Café Político
Por Oscar Cabrera
Lo que le pasó al Partido Revolucionario Institucional este 1 de julio no fue una simple derrota como muchas sufridas con antelación, fue sin duda una auténtica hecatombe, un sacrificio político producto de una gran cantidad de errores, deslealtades, oportunismos, mercenarismos y por supuesto, la falta de identidad a los principios de un partido del cual hoy solo quedan sus siglas y su gran historia.
Quienes lo construyeron, igualmente lo derrumbaron, lo enterraron frente a la colosal fuerza del voto ciudadano, ese mismo que no perdona que es implacable y como pone también quita. Así ha sido siempre.
La pregunta es sencilla ¿a quién le tocará hacer el recuento de los daños? Pero más allá, ¿a quién le tocará su transformación y cambio para volver a ser –si se logra- un organismo político competitivo?
El PRI como otros partidos, requerirá de una purga interna profunda. Volver a replantearse ante una sociedad que juzga y castiga.
El dilema es claro: Transformarse o morir.
La sociedad y militancia demanda congruencia. Si hablamos de abatir la impunidad y la corrupción, no podemos seguir viendo dentro del PRI a personajes de otros gobiernos, a los llamados emisarios del pasado, sí, de ese pasado que nos hundió en Baja California Sur y en el país, en el descrédito por la deshonestidad.
Los priistas bien nacidos saben de quienes hablamos.
Si el PRI sigue entregándose como una concesión a mercenarios, el resultado seguirá siendo el mismo, que vivieron dolorosamente las y los verdaderos priistas.
Dudas o comentarios lapolacabcs@gmail.com
Por Oscar Cabrera
Lo que le pasó al Partido Revolucionario Institucional este 1 de julio no fue una simple derrota como muchas sufridas con antelación, fue sin duda una auténtica hecatombe, un sacrificio político producto de una gran cantidad de errores, deslealtades, oportunismos, mercenarismos y por supuesto, la falta de identidad a los principios de un partido del cual hoy solo quedan sus siglas y su gran historia.
Quienes lo construyeron, igualmente lo derrumbaron, lo enterraron frente a la colosal fuerza del voto ciudadano, ese mismo que no perdona que es implacable y como pone también quita. Así ha sido siempre.
La pregunta es sencilla ¿a quién le tocará hacer el recuento de los daños? Pero más allá, ¿a quién le tocará su transformación y cambio para volver a ser –si se logra- un organismo político competitivo?
El PRI como otros partidos, requerirá de una purga interna profunda. Volver a replantearse ante una sociedad que juzga y castiga.
El dilema es claro: Transformarse o morir.
La sociedad y militancia demanda congruencia. Si hablamos de abatir la impunidad y la corrupción, no podemos seguir viendo dentro del PRI a personajes de otros gobiernos, a los llamados emisarios del pasado, sí, de ese pasado que nos hundió en Baja California Sur y en el país, en el descrédito por la deshonestidad.
Los priistas bien nacidos saben de quienes hablamos.
Si el PRI sigue entregándose como una concesión a mercenarios, el resultado seguirá siendo el mismo, que vivieron dolorosamente las y los verdaderos priistas.
Dudas o comentarios lapolacabcs@gmail.com